El argumento trascendental es usado por algunos apologistas presuposicionalistas para demostrar la verdad del cristianismo. Se basa en el razonamiento de Immanuel Kant en La Crítica de la Razón Pura. Un argumento trascendental no es deductivo ni inductivo. Es más reductivo, argumentando hacia las precondiciones necesarias de algo sea el caso.
Tal como lo usa la apologética presuposicional, el argumento trascendental afirma que, para dar sentido al mundo, es necesario postular la existencia del Dios trino revelado en la Biblia. Este argumento es empleado por Cornelius Van Til y una forma modificada es usada por Francis Schaeffer.
El pensamiento de Van Til está enraizado en Herman Dooyeweerd, quien fue influenciado por Kant. Una vez aceptado el agnosticismo de Kant, los primeros principios, como el principio de causalidad, no pueden aplicarse al mundo real. Esto ocasiona la necesidad de encontrar alguna otra manera de llegar a la realidad. El realista trascendental sostiene que esto puede hacerse de la misma manera que Kant postulaba la existencia de formas y categorías a priori de sentido y la mente. Utilizando este tipo de reducción, buscan encontrar las condiciones necesarias para que algo sea. El mismo Kant llegó a la conclusión de que era necesario postular a Dios y la inmortalidad a fin de dar sentido a las obligaciones morales.
Algunos apologistas han hecho un uso mínimo del argumento trascendental. Edward John Carnell, por ejemplo, parecía usarlo para defender el principio de causalidad. Van Til hizo el uso máximo de este, demandando que el sistema cristiano entero se basa en él. Otros están en medio, afirmando que es necesario postular la existencia de las leyes básicas de la razón, un Dios teísta, y quizás otras cosas para tener sentido fuera del mundo.
Principios Transcendentales y Primeros. La apologética clásica se basa en los primeros principios tales como la no-contradicción, la causalidad y la analogía. Los presuposicionalistas rechazan las pruebas tradicionales de la existencia de Dios en favor de muchos de los argumentos ateos y agnósticos. Parecen reemplazar los primeros principios tradicionales del conocimiento del mundo real con un nuevo principio trascendental. Esto plantea la cuestión de la relación entre el principio trascendental y los primeros principios tradicionales.
Similitudes y Diferencias. Hay similitudes y diferencias en el uso del principio trascendental y de los primeros principios por los apologistas evangélicos. En general, la siguiente comparación representará el pensamiento de los representantes de las posiciones de Tomás de Aquino y Van Til. Otros puntos de vista difieren pero generalmente siguen una de estas dos líneas de pensamiento.
Similitudes. En ambos sistemas, los principios operan como un primer principio. No hay nada más básico en términos de lo que se puede probar que es verdad. Es interesante que los trascendentalistas otorguen un estatus a su principio que niegan a los primeros principios tradicionales. Esto parece ser una crítica válida a la apologética trascendental.
Ambos creen que sus respectivos principios pueden ser usados para probar la existencia de Dios.
Ambos sostienen que su (s) principio (s) se aplican al mundo real. A diferencia de Kant, sin embargo, creen que se puede conocer la realidad por medio de sus principios.
Ambos sostienen que su (s) principio (s) puede (n) ser entendido (s) de manera significativa, incluso por seres humanos finitos. No tienen un significado equívoco entendido por Dios y por nosotros.
Ambos creen que sus argumentos son válidos, aunque sean rechazados por otros.
Diferencias. Los transcendentalistas tienen un solo principio–el principio trascendental. Los tradicionalistas miran a muchos primeros principios, incluyendo la no-contradicción, la causalidad y la analogía.
Los transcendentalistas presuponen su primer principio sin intentar demostrarlo. Los tradicionalistas ofrecen pruebas de los primeros principios al demostrar que son auto-evidentes o reducibles a lo auto-evidente.
Aunque ambos implican una conexión causal entre el mundo y Dios, los trascendentalistas niegan la validez ontológica del principio de causalidad. Los trascendentalistas insisten en que es trascendentalmente necesario plantear una Primera Causa (es decir, Dios) del mundo finito para que tenga sentido. Pero, ¿cómo difiere esto de decir que toda existencia finita y contingente necesita una Primera Causa, que es precisamente lo que exige el primer principio de la causalidad?
El principio trascendental habla formalmente de la condición necesaria pero no de la condición suficiente de algo. El principio de la causalidad provee ambos. Por lo tanto, el principio trascendental sólo da una condición necesaria, no una causa actual, del mundo finito. Para una condición necesaria (por ejemplo, hojas secas) sólo explica cómo es posible un incendio. Todavía toma ignición (una condición suficiente) para explicar cómo es actual.
Conclusión. El principio trascendental no es auto-evidente ni puede, por definición, justificarse en términos de algo más básico que él mismo. Como tal, es sin fundamento. Sin embargo, los primeros principios, como la no-contradicción y la causalidad, son auto-evidentes o pueden reducirse a lo auto-evidente. Por lo tanto, sirven mejor como base para la apologética.
Bibliografía
T. Aquinas, Summa contra Gentiles. (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles)
H. Dooyeweerd, A New Critique of Theoretical Thought. (Una Nueva Crítica al Pensamiento Teórico)
John M. Frame, Cornelius Van Til.
Immanuel Kant, Critique of Pure Reason. (Crítica de la Razón Pura)
Cornelius Van Til, The Defense of the Faith. (La Defensa de la Fe)
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Glosario
Primer Principio: Es un principio básico, una proposición fundamental que como tal no admite demostración a partir de principios más básicos, o no necesita demostración por ser auto-evidente.
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Título Original: "Transcendental Argument," extraído y traducido de The Big Book of Christian Apologetics de Norman L. Geisler