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Craig A. Evans

Una evaluación de los documentos antiguos.



Los criterios que utilizan los historiadores para determinar si un texto antiguo es confiable. La primera cuestión que se presenta es: «¿Cuándo fue escrito?» Si el documento trata acerca de Alejandro Magno, ¿fue escrito durante el transcurso de la vida de los que lo conocieron? Lo mismo con respecto al Nuevo Testamento. Existe una tremenda diferencia entre un evangelio escrito en el año 60 d.C. (unos treinta años luego del ministerio de Jesús) y otro documento escrito en el año 150 d.C. Si el Evangelio de Marcos fue escrito alrededor del año 60, entonces fue redactado dentro de los términos de la vida de numerosas personas que pueden haber conocido a Jesús y haberlo escuchado enseñar. Esto ya tiene un efecto correctivo. Pero si el documento fue escrito sesenta, ochenta o cien años después, entonces ya se ha cortado la cadena. Aunque no resulta imposible que un documento escrito mucho tiempo después pueda contener material auténtico, eso presenta muchos más problemas. Un segundo tema tiene que ver con la conexión geográfica. Por ejemplo, un documento escrito en el Mediterráneo oriental resulta más prometedor que otro escrito en España o Francia a mitad del segundo siglo. Una tercera cuestión tiene que ver con la exactitud cultural del documento, en términos de sus alusiones a la política y a los acontecimientos contemporáneos. Esto pone en evidencia a los documentos falsificados que declaran haber sido escritos en una etapa más temprana que aquella en la que realmente fueron redactados. Cuando nos encontramos con un escritor del segundo o tercer siglo que pretende narrar algo de lo que Jesús hizo, a menudo sucede que muestra desconocer los detalles correctos del suceso. Luego están las cuestiones referidas a la motivación. ¿El escritor tiene algún interés particular o personal en el asunto? Cuando consideramos los documentos del Nuevo Testamento, encontramos que siguen una agenda: reafirman que Jesús es al Mesías, el Hijo de Dios. Pero también realizan todo tipo de afirmaciones que pueden ser evaluadas. ¿Muestran exactitud cultural? ¿Son fieles a lo que nosotros ya conocemos a partir de otras fuentes históricas? ¿Fueron escritos en un tiempo y lugar que guardaba cierta proximidad con la vida de Jesús? La respuesta es que sí. Cuando consideramos otros evangelios, las respuestas a estas preguntas son casi siempre un no. Fueron escritos en un período posterior; son demasiado tardíos para ser confiables desde un punto de vista histórico. Fueron redactados en otros lugares dentro de contextos extraños y ajenos. Descubrimos inexactitudes en puntos clave. Notamos que derivan de otras fuentes más tempranas. A veces encontramos que lo que se buscaba promover era una fIlosofía, como la del gnosticismo. Solo porque algo aparezca en la pantalla o en un libro, eso no significa que sea verdad. Yo advierto a la gente que procuren aplicar las pruebas históricas que he mencionado anteriormente y que luego traten de emitir un juicio bien razonado en lugar de dejarse influenciar por algunas irresponsables teorías de conspiración y otras tonterías históricas. Craig A. Evans, historiador del Nuevo Testamento


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