Resumen
Existe un nuevo “chico” en el bloque de las cosmovisiones llamado “neoteismo.” Mientras afirman estar en el campo del teísmo, los proponentes de esta visión hacen muchos cambios significantes en la naturaleza del Dios teísta en la dirección de la teología de proceso o panenteísmo. Ellos afirman, entre otras cosas, que Dios puede cambiar su mente y que no tiene un conocimiento infalible del futuro. Dado que un número de pensadores evangélicos destacados se han adherido al neoteísmo, este pone una significante amenaza al entendimiento ortodoxo de Dios. Por ejemplo, si Dios no conoce con seguridad lo que pasará en el futuro, entonces las predicciones en la Biblia pueden estar equivocadas. Si bien la visión no es herética, sin embargo, es una significativa desviación doctrinal del teísmo tradicional y socavaría tanto las creencias tradicionales Arminianas y Calvinistas acerca de la predestinación.
La naturaleza de Dios es la cuestión más fundamental en toda la teología. Es de lo que se trata la teología. En ella se mantiene o cae cualquier otra doctrina principal. Desde sus inicios, el cristianismo ortodoxo ha sido intransigentemente teísta. Recientemente, una nueva visión ha cuestionado seriamente esta venerable historia. De hecho, esta visión pretende ser ortodoxa, pero desea celosamente realizar grandes cambios en la visión teísta clásica. Varios defensores de esta visión, incluyendo a Clark Pinnock, Richard Rice, John Sanders, William Hasker y David Basinger, han colaborado en un volumen titulado The Openness of God (La Apertura de Dios).[1] Otros pensadores cristianos comparten visiones similares o han expresado simpatía por esta posición, incluyendo a Greg Boyd, Stephen Davis, Thomas Morris y Richard Swinburne.[2]
Los neoteístas han etiquetado de diferentes maneras su visión como “la apertura de Dios” o “teísmo del libre albedrío.” Otros han llamado a esta una nueva forma de teísmo una forma de teología de proceso o panenteísmo debido a sus importantes similitudes con esta posición.[3] Sin embargo, parece más apropiado llamarlo neoteísmo por varias razones. Primero, tiene diferencias significativas del panenteísmo de Alfred North Whitehead, de Charles Hartshorne, y compañía.[4] El neoteísmo, como el teísmo clásico, afirma muchos de los atributos esenciales de Dios, incluyendo infinitud, necesidad, independencia ontológica, trascendencia, omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia. Igualmente, comparte con el teísmo tradicional la creencia en la creación ex nihilo y la intervención divina directa sobrenatural en el mundo. Dado que la teología de proceso niega todo esto, parece injusto enumerar al neoteísmo como una subespecie de esa visión.
Por otra parte, puesto que existen diferencias significativas entre el nuevo teísmo y el teísmo clásico, tampoco el neoteísmo encaja cómodamente en esta última categoría. Por ejemplo, el neoteísmo niega la presciencia de Dios de los actos libres futuros y, como consecuencia, la completa soberanía de Dios sobre los eventos humanos. Estas desviaciones de dos milenios de teología cristiana son lo suficientemente graves como para merecer otro nombre, así como despertar la preocupación. Parece apropiado, entonces, llamarlo neoteísmo.
Uno de los proponentes, Clark Pinnock, posicionó correctamente al neoteísmo en la titulación de su capítulo en Teología del Proceso (Process Theology) “Between Classical and Process Theism” (“Entre el Teísmo Clásico y de Proceso”). Sea cual sea su nombre, esta visión es un serio desafío al teísmo clásico y una seria amenaza a muchas doctrinas y prácticas importantes construidas sobre esa visión. Puesto que desean ser miembros del campo teísta ortodoxo, han compartido comprensiblemente su visión en esa dirección. Examinemos las características distintivas de su propuesta.
CARACTERÍSTICAS E INCONSISTENCIAS DEL NEOTEÍSMO
Como el nuevo chico en el bloque, el neoteísmo desea ser claro, distinto y atractivo. Los proponentes enumeran cinco características de su posición:
Dios no solo creó este mundo ex nihilo, sino que puede (y a veces lo hace) intervenir unilateralmente en los asuntos terrenales.
Dios eligió crearnos con libertad incompatibilista (libertaria)[5]–libertad sobre la cual Él no puede ejercer el control total.
Dios, por tanto, valora la libertad–la integridad moral de las criaturas libres y un mundo en el que tal integridad es posible–que normalmente no anula esa libertad, aunque vea que está produciendo resultados indeseables.
Dios siempre desea nuestro bien supremo, tanto individual como colectivamente, y así se ve afectado por lo que sucede en nuestras vidas.
Dios no posee un conocimiento exhaustivo de cómo utilizaremos nuestra libertad, aunque muy a menudo puede predecir con gran precisión las elecciones que haremos libremente.[6]
El neoteísmo es una forma de teísmo, y no debe ser clasificado como una herejía. Sin embargo, es una significativa salida doctrinal del teísmo tradicional que subyace a la ortodoxia histórica. Como tal, merece un análisis cuidadoso. Concediendo lo que los neoteístas creen acerca de Dios, el neoteísmo es inconsistente. Por otra parte, es una aberración innecesaria: la visión teísta clásica de Dios puede derivarse lógicamente de las premisas del neoteísmo, y el deseo central de los neoteístas de un Dios interactivo es posible sin renunciar a la visión teísta clásica de Dios. Estos son sólo algunos de los problemas con el neoteísmo que son fácilmente apreciables. (A medida que examinamos las incoherencias lógicas del neoteísmo, será necesario cubrir un terreno filosófico que puede resultar difícil para los lectores laicos. Se ha proporcionado un glosario para ayudar a tales lectores a navegar por esta sección.)
La Creación Ex Nihilo Implica Al Teísmo, No Al Neoteísmo
El neoteísmo afirma, junto con el teísmo, que Dios creó el universo de la nada (ex nihilo). Dios es ontológicamente independiente de Su creación. Es decir, si no existiera algún mundo, seguiría existiendo Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, dicen rechazar los atributos tradicionales de Dios de aseidad y eternidad (no-temporalidad). Lógicamente, no pueden tener ambas cosas.
La Eternidad de Dios se Deduce de la Creación Ex-Nihilo
Si Dios creó todo el universo espacio-temporal, entonces el tiempo es parte de la esencia del cosmos. En resumen, Dios creó el tiempo. Además, si el tiempo es algo que es de la esencia de la creación, entonces no puede ser un atributo de lo increado–es decir, de Dios.
Si en una reconsideración un neoteísta opta por mantener ese tiempo existiendo antes de la creación, entonces surgen problemas lógicos. ¿Es el tiempo “dentro” de Dios–es decir, parte de Su naturaleza–o fuera de Él? Si es dentro, entonces, ¿cómo puede Dios estar sin principio, ya que un número infinito de momentos temporales parece ser incoherente (como lo han afirmado los defensores del argumento kalam para la existencia de Dios).
Si, por otro lado, el tiempo está “fuera” de Dios, entonces surge algún tipo de dualismo. Además, si el tiempo está fuera de Dios, entonces debemos preguntar si tuvo un comienzo o no. Si no lo tiene, entonces se podría argumentar que existe algo fuera de Dios que Él no creó, ya que el tiempo es tan eterno como Él. Esto ya no es el teísmo ni en el sentido clásico ni en el neoteísta. Sin embargo, si el tiempo está fuera de Dios y tuvo un comienzo, entonces Dios debe haberlo creado (ya que todo con un principio tiene una causa). En este evento estamos de vuelta a la posición teísta de que Dios creó el tiempo, y que Dios como Creador del tiempo es no-temporal.
La Trascendencia de Dios implica su No-Temporalidad
Según el neoteísmo, Dios está más allá de la creación. Es más que y a parte del mundo espaciotemporal. De nuevo, sin embargo, si Dios está más allá del tiempo, entonces Él no puede ser temporal. El neoteísmo podría responder que Dios es también inmanente en el mundo temporal, y lo que es inmanente en lo temporal es temporal. Sin embargo, una comprensión adecuada de la inmanencia de Dios no le hace parte del mundo (como en el panenteísmo), sino sólo presente en el mundo (como en el teísmo). Dios está en el mundo de acuerdo con su Ser, y su Ser no es temporal. Él está en él de una manera no-temporal.
Por ejemplo, Dios es un ser necesario. Como tal, Él es inmanente en el mundo contingente, pero esto no lo hace contingente. Más bien, Dios el Ser necesario es inmanente en el ser contingente de acuerdo con Su Ser, que es necesario. Como Creador Él es inmanente en Su creación. Esto no significa que Él es parte de la creación sólo porque está presente en ella. Por lo tanto, la inmanencia de un Dios no temporal en un mundo temporal no exige que Dios sea temporal.
La Incausalidad y Necesidad de Dios Implican su Actualidad Pura
Los nuevos teístas también creen que Dios no es causado por ningún otro ser, y Él mismo es la causa de todos los demás seres. Pero si Dios no tiene causa en su ser, entonces debe ser Actualidad Pura. Porque lo que no es causado, nunca llegó a ser; y lo que nunca llegó a ser no tiene potencialidad en su ser. Pero si no tiene potencial, entonces debe ser Actualidad Pura.
Para decirlo de otra manera, si Dios no tiene causa, entonces no tiene potencial. Para ser causado significa tener el potencial actualizado. Pero lo que no tiene potencial actualizado no tenía potencial para ser actualizado. Por lo tanto, Dios debe ser Actualidad Pura. Por lo tanto, la creencia de los neoteístas de que Dios es un Ser sin causa conlleva lógicamente lo que dicen que rechazan, es decir, que Dios es un Ser de Actualidad Pura sin potencial en su ser.
La visión teísta clásica de Dios también se desprende de la creencia neoteísta de que Dios es un Ser Necesario; porque si Dios es un Ser Necesario, entonces Él no puede no ser–es decir, Dios no tiene potencial en que su ser no sea. Una vez más, si Dios no tiene potencialidad en su ser, entonces Él es Actualidad Pura. Por lo tanto, la visión teísta clásica de Dios se desprende de lo que los neoteístas admiten acerca de Dios. Sin embargo, el neoteísmo rechaza el atributo de Actualidad Pura. Así, el neoteísmo es inconsistente e incoherente.
CONSECUENCIAS TEOLÓGICAS DEL NEOTEÍSMO
Además de la incoherencia filosófica del neoteísmo, existen algunas consecuencias teológicas serias. Varias serán brevemente enumeradas aquí.
La Profecía Predictiva Sería Falible
Si toda la profecía predictiva que involucra elecciones libres es condicional, entonces la Biblia no podría haber predicho dónde nacería Jesús. Miqueas, sin embargo, predijo que Jesús nacería en Belén (Miq. 5:2), como lo hizo. De hecho, la Biblia también predijo cuándo moriría (Dan. 9:25-27), cómo moriría (Isa. 53) y cómo se levantaría de entre los muertos (Sal. 16:10, cf. Hechos 2:30-31). O bien estas predicciones son infalibles o simplemente fueron suposiciones por parte de Dios. Si son infalibles, entonces el neoteísmo es incorrecto, ya que según su visión Dios no puede hacer predicciones infalibles. Por otro lado, si no son infalibles, entonces Dios solo estaba adivinando.
Lo mismo se aplica a la mayoría, si no a todas, las profecías sobre el Mesías. Tales cumplimientos proféticos involucraban elecciones libres en algún lugar a lo largo de la línea que–según el neoteísmo–Dios no conocía. Por ejemplo, si Dios no conoce con certeza los futuros actos libres, entonces no conoce que la Bestia y el Falso Profeta estarán en el Lago de Fuego. Sin embargo, la Biblia dice que estarán allí (Apoc. 19:20; 20:10). Por lo tanto, o esta profecía es potencialmente falsa, o el neoteísmo no es correcto. En otras palabras, si el neoteísmo es verdadero, entonces esta predicción puede ser falsa.
Antes de abandonar la profecía, se debe abordar otro punto. Los neoteístas afirman “el problema con la visión tradicional sobre este punto es que no existe algún si desde la perspectiva de Dios. Si Dios conoce el futuro de manera exhaustiva, las profecías condicionales pierden su integridad.”[7] Este argumento confunde dos perspectivas. Por supuesto, desde la perspectiva de Dios (ya que Él conoce el futuro infaliblemente), todo es con certeza. Como se señaló anteriormente, esto no significa que, desde el punto de vista humano, estas acciones no se elijan libremente. Es simplemente que Dios sabe con certeza cómo la gente ejercería libremente su elección.
Este Socava la Prueba de la Falsa Profecía
Si toda la profecía es condicional, entonces no puede haber tal cosa como una falsa profecía. El Antiguo Testamento, sin embargo, establece pruebas para los falsos profetas, una de los cuales es si la predicción se cumple o no. “Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Deut. 18:22). Sin embargo, si los neoteístas están en lo correcto, esta prueba no puede ser válida.
Socava la Infalibilidad de la Biblia
No solo la negación del neoteísta de que Dios conoce el resultado de futuros actos libres disminuye (o niega) la omnisciencia y la omnipotencia de Dios, sino que también implica una negación de la infalibilidad e inerrancia de la Biblia, que algunos neoteístas (por ejemplo, Pinnock) afirman creer. Si todas esas profecías son condicionales, nunca podemos estar seguros de que se cumplirán. Sin embargo, la Biblia afirmó que realmente se cumplirían. Según el pensamiento neoteísta, tales pronunciamientos no son infalibles, y pueden estar equivocados. Sobre la premisa de que Dios solo está adivinando, es razonable suponer que algunas están equivocadas. Está pasa por alto la cuestión que se suponga que simplemente sucedió que todas sus suposiciones resultaron ser correctas. Al final, el neoteísmo invierte Deuteronomio 18:22 y hace a Moisés presuntuoso para predecir una profecía infalible de inspiración divina.
Lógicamente Conduce al Universalismo
Por supuesto, el neoteísta cubre la apuesta al afirmar que es moralmente correcto que Dios intervenga a veces contra el libre albedrío para garantizar su deseo definitivo de proporcionar la salvación a la humanidad. Sin embargo, esta objeción socava toda la posición neoteísta y conduce al universalismo. Porque si es correcto que Dios viole la libertad a veces para nuestra salvación, entonces ¿por qué no todo el tiempo? Después de todo, los neoteístas creen que Dios desea que todas las personas sean salvas (1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3:9). En consecuencia, el universalismo se deriva lógicamente de estas dos premisas. Porque si Dios realmente quiere que todos sean salvos y Él puede violar su voluntad para asegurar su salvación, entonces ciertamente lo hará. Por lo tanto, el neoteísmo parece conducir al universalismo.
Dios No Puede Garantizar la Victoria Final Sobre el Mal
Como los neoteístas insisten en que Dios no conoce el futuro con seguridad y que no interviene en contra de la libertad, excepto en raras ocasiones, parece seguir que no existe garantía sobre la victoria definitiva sobre el mal. ¿Cómo pueden estar seguros de que alguien se salvará sin limitar la libertad? Cualquier limitación a la libertad contradice la visión neoteísta libertaria del libre albedrío (ver nota final 4).
Tal visión es contraria a la Biblia, que predice que Satanás será derrotado, el mal será vencido y muchos serán salvos (Apoc. 20-22). Sin embargo, según el neoteísta, ya que esta es una cuestión moral que involucra el libre albedrío (libertario), se deduce que Dios no puede conocer esto infaliblemente. Si el neoteísmo es verdadero, ni Dios ni la Biblia pueden ser completamente infalibles e inerrantes. Sin embargo, como hemos notado, algunos neoteístas afirman que lo son. Esto es inconsistente.
Es Contrario a las Promesas Incondicionales de Dios
Está claro que no todas las promesas de Dios en la Biblia son para todos. Algunas están destinadas solo a algunas personas (Gén. 4:15). Otras están destinadas solo a un determinado grupo de personas (Gén. 13:14-17). Algunas son solo por tiempo limitado (Éf. 6:3). Muchas promesas están condicionadas al comportamiento humano. Tienen una declaración si explícita o implícita en ellas. El pacto mosaico es una de este tipo. Dios le dijo a Israel: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro” (Éxo. 19:5, énfasis agregado).
Otras promesas son incondicionales. Tal fue la promesa de la tierra a Abraham y su descendencia. Esto se desprende de los hechos de que (1) no se le atribuyeron condiciones; (2) no se solicitó el acuerdo de Abraham; (3) se inició mientras Abraham dormía profundamente (Gén. 15:12); (4) el pacto fue promulgado unilateralmente por Dios, quien pasó por el sacrificio dividido (Gén. 15:17-19); y (5) Dios reafirmó esta promesa incluso cuando Israel fue infiel (2 Crón. 21:7). Tales promesas incondicionales que involucran elecciones libres no serían posibles a menos que Dios supiera todas las elecciones libres futuras.
Los neoteístas ofrecen 1 Reyes 2:1-4 como un ejemplo de cómo una promesa aparentemente incondicional es realmente condicional. Dios le prometió a David acerca de su hijo Salomón: “Mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti” (2 Sam. 7:15-16). Más tarde, sin embargo, Dios pareció haber dado marcha atrás a su promesa, condicionando si Salomón y sus descendientes “andarían delante de [Él]” (1 Reyes 2:1-4). Sobre la base de estos pasajes, argumentan que todas las promesas aparentemente incondicionales son realmente condicionales.
Este argumento falla por muchas razones. Primero, es un non-sequitur ya que su conclusión es mucho más amplia que las premisas. Incluso si este fuera un ejemplo de una condición implícita, no probaría que todas las promesas son condicionales.
Segundo, pasa por alto los muchos casos en las Escrituras (ver arriba) donde existen promesas incondicionales. Estos son contraejemplos que refutan la afirmación de que todas las promesas de Dios son condicionales.
Tercero, es inconsistente con la visión neoteísta de Dios. Insisten en que Dios es un Ser ontológicamente independiente, pero el conocimiento de Dios es parte de Su esencia o ser. ¿Cómo puede el conocimiento de Dios depender de algo más?[8]
Finalmente, y lo más significativo, el argumento se basa en una falla en ver que los dos textos se refieren a dos cosas diferentes. En 2 Samuel, Dios le estaba hablando a David acerca de nunca quitarle el reino a su hijo Salomón. Esta promesa se cumplió porque, a pesar de los pecados de Salomón (1 Reyes 11:1-2), el reino no le fue quitado durante toda su vida. De hecho, el cumplimiento se declara explícitamente cuando Dios le dijo a Salomón: “Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo” (1 Reyes 11:11-12, énfasis agregado). Por lo tanto, Dios cumplió Su promesa a David acerca de Salomón.
El otro texto (1 Reyes 2:1-4) no habla de la promesa de Dios a David acerca de su hijo Salomón. Más bien, se refiere a Dios tomando el reino de uno de los hijos de Salomón. No se hizo ninguna promesa incondicional aquí. Desde su lecho de muerte, David exhortó a Salomón: “Andando en sus caminos [de Dios], y observando sus estatutos y mandamientos,… para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: ‘Si tus hijos guardaren mi camino, [y si] andan[do] delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel’” (1 Reyes 2:3-4, énfasis agregado). Esta promesa fue condicional (“si”) y limitada a los hijos de Salomón. No dijo nada sobre Salomón, respecto de quien Dios aparentemente hizo una promesa incondicional de no quitarle el trono durante su vida.
Socava la Confianza en las Promesas de Dios
Una de las consecuencias prácticas de hacer que todas las predicciones sean condicionales es que socava la confianza en la Palabra de Dios. Si no podemos estar seguros de que incluso Dios pueda cumplir Su palabra, entonces socava nuestra creencia en Su fidelidad. La Biblia, sin embargo, dice que podemos aceptar la Palabra de Dios incondicionalmente. A veces dice esto explícitamente en el contexto de afirmar que Él conoce “el por venir desde el principio” (Isa. 46:10). En este contexto, Pablo escribió: “si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo” (2 Tim. 2:13). Nuevamente, nos recuerda que “porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Rom. 11:29). Por lo tanto, con respecto a estas promesas incondicionales, “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Rom. 9:16).
Impide la Creencia en la Capacidad de Dios para Responder Oraciones
A pesar del hecho de que los neoteístas hacen mucho de la capacidad dinámica de Dios para responder oraciones, parece que su concepto de Dios en realidad socava la confianza en el uso de la providencia especial de Dios para responder oraciones. Admiten, como deben hacerlo, que la mayoría de las respuestas a la oración no implican una intervención sobrenatural directa en el mundo. Más bien, Dios obra a través de la providencia especial de maneras inusuales para lograr cosas inusuales. Pero un Dios que no conoce con certeza cuál será el futuro acto libre está severamente limitado en su capacidad logística para hacer cosas que puede hacer un Dios que conoce cada decisión que se tomará. Por lo tanto, irónicamente, el Dios neoteísta está en desventaja para la oración contestada, que consideran extremadamente importante para un Dios personal.
Implica que Dios No Sabría Quiénes Son los Elegidos
Si los neoteístas están en lo correcto, entonces Dios no conoce quién aceptará su salvación. Optan por una elección corporativa, en la que Dios conoce que Cristo es elegido y, por lo tanto, todos los que están en Él serán elegidos—sean quienes sean. Pero existen serios problemas con esta visión. La Biblia nos dice que habrá algunos elegidos, pero de acuerdo con la visión de los neoteístas, Dios ni siquiera podría estar seguro de que habrá algún elegido. El “autobús” destinado al cielo puede estar vacío si todos los ocupantes invitados eligen libremente no tomarlo.
Además, ¿cómo podrían estar seguros de que algún “autobús” irá al cielo? Después de todo, según su visión, ni siquiera pueden estar seguros de que Cristo elegiría resistir el mal (porque presumiblemente también tenía un libre albedrío libertario). ¡No es de extrañar que un exponente de la teología de proceso, después del cual se modela su visión, dijera que Dios está esperando con aliento para ver cómo van a salir las cosas!
Esta conclusión es contraria a la Biblia. Las Escrituras nos informan que Cristo fue “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apoc. 13:8) y que algunos individuos fueron elegidos en Él antes de que el mundo comenzara (Rom. 8:29; Éf. 1:4). Pero esto no habría sido posible decir a menos que Dios supiera sus futuros actos libres.
Finalmente, Pablo se incluyó entre aquellos a quienes Dios conoció y eligió desde antes de la fundación del mundo (Éf. 1:4). Si Dios no puede conocer futuros actos libres, esto no hubiera sido posible.
UNA CASA CONSTRUIDA DE TARJETAS
En resumen, dado que los neoteístas afirman que Dios es infinito y omnisciente y un Creador ontológicamente independiente de este mundo ex-nihilo, entonces su creencia de que Él es mutable, temporal y no conocer futuros actos libres es incompatible. De hecho, la única forma consistente de creer esto último es que los neoteístas abandonen el teísmo por completo y adopten el panenteísmo. La casa intermedia neoteísta está construida con cartas: no tiene una estructura consistente. Sus defensores viven en una tierra teológica de nadie. No pueden tener esto de ambas maneras. No existe un punto de parada lógico entre el teísmo clásico y el panenteísmo contemporáneo. Los atributos tradicionales de Dios se mantienen o caen juntos.
El desafío es este: “Escojan ustedes mismos hoy a quién van a servir” (Josué 24:15). Las alternativas son el YO SOY autoexistente de la Escritura que dice: “Yo Jehová, no cambio” (Mal. 3:6) y que "conoce el por venir desde el principio” (Isaías 46:10), o el dios del pensamiento de proceso whiteheadiano que está esperando con aliento para ver cómo van a salir las cosas. En cuanto a mí y mi casa, elegiré al Dios de Agustín, Anselmo y Aquino. ¡El teísmo “Triple A” siempre ha sido la mejor manera de viajar por el camino teológico!
Norman L. Geisler es autor de más de 100 libros, entre ellos Creating God in the Image of Man? The New “Open” View of God—Neotheism’s Dangerous Drift (¿Creando a Dios a Imagen del Hombre? La Nueva Visión “Abierta” de Dios—La Deriva Peligrosa del Neoteísmo) (Bethany House, 1997) y co-autor de The Battle for God: Responding to the Challenge of Neotheism (La Batalla por Dios: Respondiendo al Desafío del Neoteísmo) (Kregel, 2001).
NOTAS
Clark Pinnock, et al., The Openness of God: A Biblical Challenge to the Traditional Understanding of God (La Apertura de Dios: Un Desafío Bíblico a la Comprensión Tradicional de Dios) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1994).
Los que han escrito libros a favor o simpatía del neoteísmo incluyen Richard Rice, God’s Foreknowledge and Man’s Free Will (Preconocimiento de Dios y Libre Albedrío del Hombre) (Minneapolis: Bethany House, 1985); Ronald Nash, ed., Process Theology (Teología de Proceso) (Grand Rapids: Baker Books, 1987); Greg Boyd, Trinity and Process (Trinidad y Proceso) (New York: Peter Lang, 1992) y Letters from a Skeptic (Cartas de un Escéptico) (Colorado Springs: Victor Books, 1994); J. R. Lucas, The Freedom of the Will (La Libertad de la Voluntad) (Oxford: Oxford University Press, 1970) y The Future: An Essay on God, Temporality and Truth (El Futuro: Un Ensayo sobre Dios, Temporalidad y Verdad) (London: Basil Blackwell, 1989); Peter Geach, Providence and Evil (Providencia y el Mal) (Cambridge: University Press, 1977); y Richard Swinburne, The Coherence of Theism (La Coherencia del Teísmo) (Oxford: Oxford University Press, 1977). Thomas V. Morris, Our Idea of God: An Introduction to Philosophical Theology (Nuestra Idea de Dios: Una Introducción a la Teología Filosófica) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1991), están cerca de la visión. A. N. Prior, Richard Purtill, y otros han escrito artículos defendiendo el neoteísmo. Otros muestran simpatía por la vision, como Stephen T. Davis, Logic and the Nature of God (Lógica y la Naturaleza de Dios) (Grand Rapids: Eerdmans, 1983) y Linda Zagzebski, The Dilemma of Freedom and Foreknowledge (El Dilema de la Libertad y el Preconocimiento) (Oxford: Oxford University Press, 1991).
Clark Pinnock, “Between Classical and Process Theism” (“Entre el Teísmo Clásico y de Proceso”), en Nash; William Hasker, God, Time and Knowledge (Dios, Tiempo y Conocimiento) (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1989); David y Randall Basinger, eds., Predestination and Free Will (Predestinación y Libre Albedrío) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1986).
Ver Norman L. Geisler y William D. Watkins, “Panentheism – A World in God” (“Panenteísmo – Un Mundo en Dios”). A Handbook on World Views: A Catalog for World View Shoppers (Un Manual sobre Cosmovisiones: Un Catálogo para los Compradores de Cosmovisiones) (Matthews, NC: Bastion Books) 2013. Tambipen Norman L. Geisler y Paul D. Feinberg, Introduction to Philosophy: A Christian Perspective (Introducción a la Filosofía: Una Perspectiva Cristiana) (Baker, 1980).
Por la visión “libertaria” o “incompatibilista” del libre albedrío significan que “un agente” es libre con respecto a una acción determinada en un momento dado si en ese momento “está dentro del poder del agente realizar la acción y también en el poder del agente para abstenerse de la acción” (Pinnock, et al., 136–37). Por la visión “compatibilista” del libre albedrío significan “un agente es libre con respecto a una acción determinada en un momento dado si en ese momento es cierto que el agente puede realizar la acción si ella decide realizarla y puede abstenerse de la acción si ella decide no realizarla” (137). Como observan, “la diferencia entre las dos definiciones puede no ser evidente de inmediato.” La principal distinción es que, desde una visión libertaria, para que exista el libre albedrío uno debe tener tanto “libertad interior” (sin un deseo abrumador de lo contrario) como “libertad exterior” (sin restricciones externas); desde la visión del compatibilista, solo “la libertad externa para llevar a cabo la decisión de cualquier manera que ella realice” es necesaria, incluso si “la decisión en sí misma puede estar completamente determinada por las fuerzas psicológicas que actúan en su personalidad” (ibid.).
Ibid., 156.
Ibid., 52.
Ver R. Garrigou-LaGrange, God: His Existence and Nature (Dios: Su Existencia y Su Naturaleza) (St. Louis: B. Herder Books, 1946), appendix 4, 465–528.
GLOSARIO
actualidad: lo que es actual en oposición a lo que simplemente tiene potencialidad. La actualidad pura es el atributo de Dios que excluye toda potencialidad en Él (ver aseidad), incluida la posibilidad de no existir.
aseidad: autoexistencia; el atributo de Dios en que Él existe en sí mismo, independiente de cualquier otra cosa.
contingente: dependiente de otro; un ser contingente depende de otro para su existencia.
libre albedrío: El poder de los seres humanos para realizar ciertas acciones humanas que están libres de restricciones externas y/o internas; la capacidad de provocar ciertas acciones por uno mismo sin la coacción de otro.
inmanencia: la presencia de Dios en el universo en comparación con su trascendencia sobre él.
ser necesario: un ser que debe existir; no puede no existir (a diferencia de un ser contingente, que puede no existir).
ontología: el estudio filosófico de la naturaleza del ser (del griego ontos, ser).
panenteísmo: La creencia de que todo está en Dios, en oposición al panteísmo, que afirma que todo es Dios.
potencialidad: lo que puede ser; la capacidad de ser actualizado.
Teología de Proceso: una forma de panenteísmo que sostiene que Dios es finito y cambia constantemente, que tiene dos polos o dimensiones (bipolar).
Teísmo: la creencia en un Dios infinito, personal, trascendente e inmanente que creó el mundo de la nada (ex nihilo) y que también interviene en este de forma sobrenatural en ocasiones.
trascendencia: aquello que es más o va más allá; ese hecho de que Dios está más allá del universo y no solo en él.
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